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Imagen: César Mejías

Restauración ecológica: así es el proceso para recuperar lo que se lleva un incendio

El panorama es gris, pero se puede hacer algo. Aquí te contamos en qué consiste este trabajo que busca volver a darle vida a las zonas que han sido gravemente afectadas por una u otra razón.

Por Rodolfo Westhoff @rwesthoff | 2017-02-02 | 07:00
Tags | incendio, restauracion, ecologica, medioambiente, ecosistema, fuego, recuperacion

Ya van más de 360 mil hectáreas quemadas por los incendios que azotan al país. Un panorama gris capaz de quebrar hasta los corazones más duros. Después de todo, han sido miles y miles de personas, hogares, animales y árboles los que se han visto afectados por el voraz avance de las llamas.

Muy triste, sí, pero no por eso hay que echarse a morir. Sobre todo porque existe un proceso para revertir esta lamentable situación: la restauración ecológica. Básicamente, consiste en un arduo trabajo que se realiza para restaurar en la medida de lo posible los ecosistemas desolados por una u otra razón.

Es por eso que en El Definido preparamos este artículo para contarles de qué se trata esta acción, qué pasos se tienen que seguir y qué casos de éxito tenemos en el país.

El proceso paso a pasito

Si bien las actividades que se realizan luego de un incendio dependen de cada situación, existe una guía paso a paso para explicar cómo se lleva a cabo, más o menos, una restauración ecológica. Su nombre es Restauración Ecológica: principios, conceptos y recomendaciones básicas para la implementación de acciones, patrocinada por la Conaf y el Ministerio de Agricultura. Eso sí, son trece etapas, así que se los contaremos de la manera más práctica que se nos ocurrió: como una historia.

Salvador quiere restaurar ecológicamente un área que fue duramente afectada por un incendio. Para eso, primero define cómo era el ecosistema que había antes. ¿Qué tipo de fauna y flora había? Después de eso, evalúa en qué estado se encuentra el ecosistema actual: poco daño, mucho daño, nivel Chernóbil o un largo etcétera.

Para seguir con su trabajo, es necesario que Salvador defina a qué escala territorial trabajará. Estas pueden ser poblaciones de especies, comunidades, ecosistemas o paisajes y cada una de estas escalas requiere un nivel de trabajo distinto. Eso sí, difícilmente él podría hacer toda la restauración solo, y como estos acontecimientos son motivo de preocupación para la comunidad, Salvador se empeña en consolidar la participación de quienes están involucrados o desean estarlo.

Una vez hecho todo esto, aparece una nueva incógnita: ¿qué tanto podrá restaurar Salvador? Para eso, se estima qué especies y en qué cantidad podrán volver a formar el área afectada. Tras esto, se identifican los tensionantes o barreras de restauración. Estos son elementos que dificultan el avance de aspectos tanto ecológicos como socioeconómicos que podrían dificultar el trabajo (sobrepastoreo, terrenos quemados, avance desértico, etc.).

Y ahí es cuando empieza el trabajo de verdad. Después de elegir qué especies serán las más adecuadas para restaurar la zona (bosque nativo, de rápido crecimiento, etc.) se empiezan a propagar en el lugar. El siguiente paso que debe seguir Salvador es el de superar las barreras de restauración que mencionamos, es decir, cómo solucionará problemas como la erosión en el terreno.

Finalmente, lo que falta es monitorear el trabajo hasta que se consolide el proceso de restauración ecológica, lo que significa que el nuevo ecosistema es capaz de evolucionar de acuerdo a los objetivos que buscaba Salvador. ¡Tarán!

Pero como cada incendio es distinto al otro, no existe una regla general para abordar estos problemas. Por eso mismo, en algunos casos se recomienda que la naturaleza haga lo suyo, que se cambie el tipo de especies arbóreas que había en el lugar o que, después de limpiada el área, postergar la fase de reforestación.

Casos exitosos en la historia Chile

Para entender más de este tema, hablamos con Andrés Meza, ingeniero forestal encargado del programa nacional de restauración ecológica de Conaf, doctor en Ciencias Forestales y profesor de la Universidad Católica, quien nos contó sobre algunos casos de éxito de esta materia en Chile.

“Tenemos harta experiencia de intervención para recuperar la naturaleza. Si fueron exitosos o no depende de qué es lo que se buscaba hacer”, aclara.

Un ejemplo, es el de la intervención de las Dunas de Chanco, en la epoca de Federico Albert (alrededor del 1900), porque se logró detener el avance de las dunas y se recreó un sistema natural basado en la instalación de plantaciones que lograron cumplir su objetivo ambiental y recrear un ambiente natural en una zona degradada. Esto, debido a la erosión que implican estas acumulaciones de arena.

Otro caso es el de la Pampa del Tamarugal, donde “después de los enormes daños que se provocaron en los bosques de desierto para el uso de energía en las empresas mineras de la zona, prácticamente los bosques de tamarugo desaparecieron”, nos cuenta Andrés. Y entre las décadas del ‘40 y el ‘60 se desarrollaron proyectos para reforestar en pleno desierto de Atacama. “Eso ahora nos permite contar con una superficie de entre 25 y 30 mil hectáreas de tamarugos que sobreviven en esas condiciones”, agrega.

En cuanto a los incendios, en la zona de San Fernando hubo uno que está dentro de los más grandes que ha sufrido el país (aunque lejos de los de ahora) en el 2013. Gracias a los esfuerzos realizados, ahora el área cuenta con un ecosistema recuperado.

Pongámonos serios

“Estamos enfrentándonos a un fenómeno de marca mundial. Hay una preocupación internacional tremenda, porque que se quemen en una temporada de incendios más de 300 mil hectáreas es un fenómeno que no nos debe preocupar solo a los chilenos, sino que a todo el mundo. Esto ha causado conmoción en muchas partes”, se apura en especificar Andrés.

Por eso mismo, agrega que es muy importante que la información que se difunda sobre este tema sea sobre bases sólidas y, ojalá, respaldadas con documentación. “Porque hay una cantidad de mitos y de discusiones inertes que andan circulando y que desvían la atención pública de los temas que son relevantes”, explica.

Entre ellos, el rol de las personas en el inicio de los fuegos y el papel que cumplen los pinos y eucaliptus en todo este embrollo. “Es un hecho que muchos fuegos se iniciaron por acción humana (independientemente de sus causas). Hay que dirigir la discusión hacia ese segmento, ya que se ha dicho que los culpables son los pinos y eucaliptus. Yo creo que tienen participación en esto, pero no son responsables. Además, en ciertos casos los pinos y eucaliptus generan beneficios ambientales para las comunidades, ya sea por su capacidad de proveer combustible, leña o recursos económicos”.

Aclara que no está haciendo una defensa a las plantaciones de pinos o eucaliptus, sino que cree que es importante centrar la discusión en donde vale la pena, ya que culpar a estos árboles sin contexto “desvirtúa el asunto”.

Por lo mismo, hace énfasis en que hay que tomar conciencia de que cuando hay condiciones adversas, tenemos que triplicar nuestra responsabilidad en cuanto al comportamiento que tenemos en zonas naturales (como con el uso del fuego). Después de todo, también es responsabilidad nuestra lo que ocurra con nuestra querida Madre Naturaleza.

¿Hasta qué punto crees que se podrán restaurar las zonas dañadas? ¿Estarías dispuesto a ayudar en la restauración ecológica?

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