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Imagen: César Mejías

5 mujeres clave en la historia de la ciencia que no conocías

Tras las bambalinas de la historia de la ciencia, se encuentran decenas de mujeres que han trabajado en el anonimato, guiadas por pura pasión y a veces hasta sin sueldo. Hoy quisimos saber sus nombres y conocer por qué han sido durante tanto tiempo silenciadas.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2017-12-15 | 07:00
Tags | mujeres, científicas, ciencias, historia
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*Esta nota fue originalmente publicada en 2017. Hoy la destacamos para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, establecido por la ONU. 

En Chile, el 73% de los fondos adjudicados por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT), se los llevan hombres. Aun cuando el 55% de los titulados en ciencias son mujeres, la brecha de género comienza a aumentar cuando hablamos de posgrados, de profesoras con doctorados que hacen clases en la universidad o de puestos de liderazgo en instituciones científicas. De acuerdo a la UNESCO, nuestro país cuenta en total con un 32% de participación de mujeres en ciencia y tecnología, lo que lo ubica en el último tramo dentro de su informe de paridad de género en Latinoamérica. ¿Qué pasa con esas científicas de veintitantos cuando salen de la universidad?

Se trata de un tema cultural y muchas de ellas también argumentan que el mundo de las ciencias es poco empático después que son madres. Es un tema de laaarga data y las científicas de hoy no son las primeras ni las únicas que lo han sufrido en carne propia.

Hoy en El Definido decidimos reivindicar el nombre de algunas de las que han tenido un papel preponderante en la historia mundial, ya sea porque hicieron un sorprendente descubrimiento o porque tuvieron un importante papel en el desarrollo de algún área. Sabemos que son cientos, y muchas de ellas seguirán en el anonimato, ¡esto es solo una muestra para comenzar! ¿Conoces a alguna de estas científicas?

1. Ada Lovelace: “rayando” con los artefactos del futuro

Ada Lovelace vivió a mediados del siglo XIX en Londres y fue hija de un famoso poeta de la época, lord Byron. Sin embargo, su madre abandonó al escritor a causa de reiteradas infidelidades, decidiendo educar a su hija en todo, menos en letras, ¡y vaya que le fue bien! Ada Lovelace acabó siendo considerada como la primera programadora de la historia. ¿Cómo así?

Ella se interesó en lo que fueron las primeras máquinas de cálculo de la época, particularmente en una llamada la máquina analítica, que fue descrita por el profesor Charles Babbage (francés), pero nunca llegó a construirse. Se trataba de un aparato capaz de resolver logaritmos y ecuaciones trigonométricas, cuyos datos eran proporcionados mediante tarjetas perforadas, y sus resultados salían a través de una impresora, un trazador de curvas y una campana.

Ada “rayó” con este documento y terminó traduciéndolo al inglés, pero yendo un poquito más allá: expuso el algoritmo que demostraba cómo podía utilizarse para computar una secuencia de números complejos. En resumen, esta mujer acabó hablando un lenguaje que hoy consideraríamos de programación computacional.

Lamentablemente, murió de un cáncer al útero sin que nadie ensalzara su nombre junto al de Babbage, a quien se le reconoce hasta hoy como el precursor de los computadores, ¿pero qué hay de todo el lenguaje que se necesita para utilizarlos? Bien por Ada.

2. Henrietta Swan Leavitt: la mujer que descubrió cómo medir el universo

Miss Leavitt —como la llamaban- era una joven tímida, pero apasionada por la ciencia. Vivió entre 1868 y 1921, se educó en Estados Unidos todo lo que pudo para una mujer de la época, y entró como voluntaria (y luego ganando un salario mínimo) a trabajar al Observatorio de Harvard. Docenas de mujeres como ella eran contratadas y cumplían la labor de “computadoras” realizando los cálculos más tediosos. Pero a Henrietta le gustaba y se atrevió a crear sus propias fórmulas.

Su pega era analizar placas fotográficas del cielo, superponiendo unas sobre otras para encontrar diferencias entre las estrellas, bajo el mando del director Edward Charles Pickering.

Un buen día se dio cuenta que habían estrellas que tenían un pulsar muy regular, las que hoy son llamadas variables Cefeida. La relación directa que existe entre su luminosidad y su pulsación, permite que sean indicadoras claves para establecer escalas de distancia en el universo. Gracias a esto, Henrietta pudo realizar mediciones precisas de la distancia de la Tierra respecto a estos cuerpos celestes. Hoy es considerada por algunos como “la mujer que descubrió cómo medir el universo”, y sus herramientas de estudio han sido claves para afirmar que el cosmos está en expansión.

Sin embargo, Pickering publicó el descubrimiento bajo su nombre, dando escaso crédito a Henrietta. Cuando en 1924 quisieron nominarla al Premio Nobel de Ciencias por su hallazgo, ella había muerto hace tres años de un cáncer y el premio no se otorga póstumamente.

3. Emmy Noether: brillantes cálculos pero sin sueldo

Emmy Noether fue judía, nació en Baviera en 1882, y tuvo que enfrentarse a los prejuicios y a los rechazos a causa de su ascendencia y por ser una mujer de ciencia, en un mundo que aún no estaba preparado para ello. Sin embargo, sus estudios en álgebra abstracta y en física teórica (¡existe un teorema con su nombre!), hoy la convierten, según muchos, en la mujer más importante de la historia de las matemáticas.

Sus estudios en álgebra abstracta se utilizan hasta el día de hoy en todas las ramas de la disciplina, y su teorema explica con claridad que cualquier simetría proveniente de un sistema físico, está sujeta a una ley de conservación.

Durante siete años trabajó en el Instituto matemático de Erlangen sin cobrar un peso, con la esperanza de algún día convertirse en profesora universitaria. Gracias a la aplicación de su teorema a la teoría de la relatividad de Einstein, pudo en 1915 comenzar a trabajar en la Universidad de Gotinga, para solo ser reconocida como docente en 1919.

Con la llegada de Hitler al poder, huyó a Estados Unidos, donde continuó siendo reconocida por sus logros. Murió en 1935 a causa de un quiste ovárico del que no pudo recuperarse tras una operación.

4. Rosalind Franklin y el robo de la “Fotografía 51”

Esta apasionada de la biología es considerada hoy como una pieza clave de la ciencia moderna, ni más ni menos porque es la descubridora de la imagen que demuestra la estructura helicoidal del ADN. Pero su reconocimiento recién comienza a visibilizarse, tras años de silenciamiento de su trabajo.

Oponiéndose a los deseos de su padre, entró a estudiar física, química y matemáticas en el Newnham College de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra. Pese a que la universidad limitaba el número de doctorados de mujeres en un 10%, ella obtuvo el suyo con esfuerzo. Trabajando luego en el King's College de Londres, descubrió la doble hélice del ADN, “el rastro físico de la base de datos universal de toda la vida”, gracias al uso de cristalografía de rayos X. La famosa Fotografía 51, en que quedó plasmada la estructura, es la prueba clara de su descubrimiento.

Fotografía 51.

Pero allí también trabajaban otros dos científicos con el mismo objetivo, James Watson y Francis Crick, quienes literalmente robaron la fotografía y se llevaron el crédito del sorprendente hallazgo. De hecho, se ganaron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, y evitaron nombrar a Rosalind, quien para ese entonces ya había muerto.

5. Lisa Meitner, ¡el tiempo reivindicó su nombre!

El gran logro de esta física austriaca, fue dar una explicación al fenómeno de la fisión nuclear (en este artículo de El Definido lo explicamos), aunque también descubrió el efecto Auger y varios nuevos isótopos. Además, fue la primera mujer en varias cosas: en obtener un doctorado en la Universidad de Viena, ser profesora titular de la Universidad de Berlín e investigadora de la Academia Austríaca de Ciencias. El problema es (nuevamente) que los méritos no se los llevó ella, sino su compañero de trabajo.

En la Universidad de Berlín, conoció al químico Otto Hahn, con quien hizo una excelente dupla de investigación por cerca de 30 años. Él era quien entraba al laboratorio y luego se comunicaba con ella, pues las mujeres tenían limitado su acceso. Luego, a la llegada de Hitler al poder, Lisa debió emigrar a Holanda y luego a Suecia, desde donde se siguió comunicando con su compañero.

Estos contactos a distancia son los que dieron a luz su mayor hallazgo: el uranio se divide en elementos más ligeros al ser bombardeado con neutrones, lo que se conoce como fisión nuclear. Antes se creía que se dividía en elementos más pesados, por lo que era sorprendente. Hahn le dijo que quizás ella le podría encontrar una explicación al fenómeno y, cuando ella lo hizo, él realizó una publicación sobre el tema sin ponerla como coautora, pues era mujer y judía, y eso complicaba las cosas.

En un inicio ella estuvo de acuerdo, ya que era riesgoso aparecer públicamente, pero luego la negación de Hahn continuó y se hizo más dura. En 1944, él recibió el Premio Nobel de Química y con el tiempo negó su rol como colega. Ambos acabaron sus vidas peleados, a lo que se sumaron las críticas de Lisa respecto a que Hahn trabajaba para la Alemania nazi.

El tiempo y sus sucesores científicos reivindicaron su nombre, cuando en 1982 Peter Armbruster y Gottfried Münzenberg lograron sintetizar un nuevo elemento radioactivo, al que bautizaron meitnerio, en honor a la capísima Lisa Meitner.

Actualmente hay muchos que luchan por visibilizar a las mujeres en las ciencias, darles el lugar que les corresponde y oportunidades de liderazgo. Portia es una de estas organizaciones, la que se dedica a diseñar e implementar estrategias para mejorar la calidad de la investigación e innovación a través de mecanismos que promuevan la equidad.

Elizabeth Pollitzer, directora de la organización, señala:

“Si la igualdad de género funciona en la ciencia, entonces se puede aplicar a la sociedad entera. La sociedad mira a la ciencia para ver cuál es el conocimiento correcto, y ese conocimiento dice que las diferencias de sexo y género son importantes”. 

A lo anterior, agrega: “Necesitamos que más mujeres ocupen puestos de liderazgo y hablen de manera comprensible acerca de la desigualdad de género en la ciencia y la investigación, para que otras no sientan miedo de decir lo que piensan”.

¿Conoces otras mujeres científicas en Chile y el mundo que destacarías?

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Felipe Cruz | 2017-12-15 | 18:50
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Interesante el articulo, es bueno que se hable de las muchas e importantes contribuciones que han hecho mujeres a la ciencia! La verdad es que hay mucho que celebrar!

Soy un super fan de Ada Lovelace y Rosalind Franklin y me gustaría aportar con unas observaciones:

* Ada Lovelace es mundialmente reconocida por quienes trabajamos en el ámbito de la informática (sobretodo en Inglaterra, su país natal). El lenguaje de programacion "Ada" fue nombrado en su nombre. La verdad es que Ada Lovelace es un rockstar en mi opinión.

* La contribuciones a la ciencia de Rosalind Franklin fueron varias y muy valiosas. Por ejemplo su trabajo nos ayudo a dilucidar la estructura de los viruses y es muy probable que si no fuese por su trágica muerte a muy temprana edad (1958) hubiese ganado un premio Nobel por aquella contribución o por su aporte al descubrimiento del ADN. (El Nobel no se entrega postumamente)

* Con respecto a la fotografía 51, la verdad es que esta foto fue una pieza clave pero no suficiente en el complicadisimo puzzle que fue el descubrimiento de la estructura del ADN, por lo que no es correcto decir que ella "descubrio la estructura del ADN". La pagina en wikipedia del ADN tiene un resumen de la historia de casi 100 años y decenas de personas que finalmente llevo al descubrimiento del ADN aunque omite todo detalle.
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Mil gracias por las acotaciones Felipe, muchos saludos!
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