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Imagen: César Mejías

Ex guerrilleros jugando a la pelota. El giro de las FARC hacia el fútbol

Como buenos latinos, a los ex guerrilleros les gusta jugar a la pelota. Ahora que ya no cargan armas, están entrenando para constituirse en un equipo profesional en el futuro. Hoy te contamos cómo lo hacen y qué planes tienen.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2017-09-06 | 07:00
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Después de largas caminatas a través de las montañas o de cruentos enfrentamientos, los miembros de las FARC, autodenominados “farianos”, solían jugar una “pichanga” en su versión colombiana, en medio del barro o en algún claro en la selva. Durante 53 años este grupo armado vivió en permanente tensión con las fuerzas de gobierno, en un principio inspirados por ideales comunistas, y luego extremando su acción y vinculándose al narcotráfico. Pero pese a la permanente violencia y las tantas conductas abusivas de las que fueron culpables, siempre había un momento de respiro para intentar darle al arco.

Tras años de negociaciones, por fin las FARC han sellado el desarme de su guerrilla e iniciado un proceso de paz con la ONU como garante. ¿En qué se convertirán entonces esos 7 mil excombatientes? En ciudadanos que poco a poco se reinsertarán a la vida civil, en miembros de un partido político que llevará su mismo nombre, en estudiantes que por fin podrán sacar su colegiatura o carrera universitaria y, por qué no, en futbolistas.

¿Dónde juegan a la pelota las FARC?

Las “zonas veredales transitorias” son los lugares desperdigados por Colombia donde los excombatientes de las FARC se dirigieron, uniformados y aún camuflados, para entregar sus armas y comenzar su vida civil. Hoy se llaman “espacios territoriales de capacitación y reincorporación”, y es ahí donde se están alfabetizando y homologando sus estudios para darle un nuevo sentido a sus vidas. El Ministerio de Defensa tiene la responsabilidad de garantizar su seguridad, por lo que policías, militares y exguerrilleros, se cruzan por fin por las calles sin balaceras de por medio.

Es en estos mismos lugares, en donde las FARC continúan jugando a la pelota, siguiendo la tradición que los ha acompañado durante toda su historia. Es común verlos con poleras de la selección de Colombia, Atlético Nacional, Millonarios, Santa Fe, América o incluso del Real Madrid o el Barcelona, entrenando.

Cambiando el fusil por deporte

José Vicente Lesmes es un líder de las FARC, conocido como “Walter Mendoza”, y no es ninguna blanca paloma. Durante 37 años sembró el terror en el sur de Colombia como guerrillero y luego como comandante, también fue autor de varios atentados y secuestros que terminaron en asesinatos. Pero cambió el fusil por el balón y, luego de ser uno de los jefes que negoció la paz en La Habana con Santos, ahora organizará la división de cultura y deporte de la organización.

“Al concretarse el proceso de paz, y ya en la legalidad, en consonancia con la búsqueda de espacios en todos los escenarios de la vida nacional, nosotros los farianos vemos una excelente oportunidad para fomentar el movimiento de masas en torno a un deporte de tanta aceptación dentro de la población, especialmente la más vulnerable en cuanto a esas oportunidades de participación”, declaró el exguerrillero.

Para esto, buscó la ayuda de alguien con experiencia: Edgar Cortés, ex dirigente de Independiente Santa Fe quien había formado parte del M-19, movimiento guerrillero colombiano de centro-izquierda. Luego necesitaban un DT e invitaron alexfutbolista Astolfo Romero a Icononzo (Tolima), para entrenar a los primeros 30 interesados –hombres y mujeres- quienes se reúnen cada tarde en las canchas prestadas por un colegio de la zona.

Así y por primera vez en su larga historia, los exguerrilleros juegan fútbol, e incluso voleibol y hacen atletismo, tranquilos, sin preocuparse de posibles emboscadas y con claras pretensiones de profesionalización.

¿La profesionalización del fútbol de las FARC?

Los primeros rumores que corrieron, decían que las FARC se encontraban prontas a jugar en la división B del fútbol colombiano. Esto porque Félix Mora Ortíz, presidente de la Fundación Fútbol y Paz, declaró que su equipo era de las FARC y se encaminaba a la profesionalización.

Pero Cortés ha salido a desmentirlo, argumentando no tienen aún ningún equipo oficial. Pretenden comenzar como aficionados, para poco a poco ir creciendo, buscando financiamiento, para finalmente y si encuentran verdaderos talentos, constituirse en un equipo competitivo.

“Es mejor el fútbol que la guerra”

Cortés se ha tomado muy seriamente la importancia de constituir un equipo y junto a ello, una cara más amable de las FARC. Viajó a Barcelona para copiar el modelo la Masía del Barça(el “semillero” del Barcelona), como inspiración concreta para su trabajo. La idea es seleccionar a aquellos con potencial y llevarlos a un “campamento de talentos” para fortalecer integralmente sus aptitudes deportivas y capacidades humanas, indica Cortés.

Además, planea tener un socio estratégico en España, como el Barcelona o el Real Madrid, que forme parte del equipo de trabajo y que en el futuro podría acoger a ciertos jugadores promesa de las FARC.

La gran mayoría de quienes ya están entrenando, tienen más de 20 años, por lo que resulta difícil, por ahora, generar figuras deportivas de categoría internacional (el entrenamiento de estos comienza desde muy pequeños). Pero sí existe uno que otro jugador con talento que, aunque treintón, le pone pasión al asunto.

Como Camilo, un exguerrillero de 30 años que pasó la mitad de su vida en las FARC. Se inició como revolucionario porque le gustaban las armas, y porque la organización mandaba en el pueblo en que vivía. Actualmente, dedica parte de su rutina diaria a entrenar fútbol en el departamento de Arauca, al este de Colombia.

“Es mejor el fútbol que la guerra”, asegura al diario El Mundo. Y su afirmación lo llena de alegría, pues considera que por fin la gente dejará de mirarlos “como animales” para empezar a verlos “como personas”. Cree que el fútbol jugará un papel importante en esto.

El impacto del deporte

La experiencia de las FARC en el deporte, en el compañerismo sano, el trabajo en equipo y la competencia, ya no por quién se lleva más vidas, sino por quien mete más goles, puede ser un excelente giro en su historia. Y no solamente para cambiar su rostro ante la opinión pública, sino también para darle una segunda oportunidad a muchos jóvenes que han pasado la vida cargando armas, en vez de dedicarse a jugar y aprender.

El deporte puede ser usado como una herramienta para la paz, como indican desde la ONU, pues no solamente es capaz de encaminar a jóvenes en riesgo social a una actividad sana, sino también fortalece un sinnúmero de habilidades cruciales para la vida. El deporte es una herramienta de inclusión social y sin duda tiene el poder de cambiar vidas, romper barreras sociales y promover el intercambio cultural. Justamente lo que los ex guerrilleros y tantas comunidades marginadas por diversas razones alrededor del mundo, hoy necesitan.

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