Tus ojos me los regalaste hace ya siete años. Ni la fuerte ventisca o la cruda lluvia fueron capaces de anular lo que tu mirada transmitía. Cada día después del trabajo paso por tu oficina y te obsequio un detalle insignificante que tú atesoras sin importar. El profundo color café que percibo cuando te miro fijamente, me recuerda que aún quedan razones por las que seguir en esta rutina citadina. Si tan solo tuviese la fuerza suficiente para hablarte, esta historia tendría un final feliz, como ya no los hay.

¿Quieres enviarnos un microcuento? Para más información entra aquí >>
¿CÓMO TE DEJÓ ESTE ARTÍCULO?
Feliz
Sorprendido
Meh...
Mal
Molesto
Comentarios
* Debes estar inscrito y loggeado para participar.
© 2013 El Definido: Se prohíbe expresamente la reproducción o copia de los contenidos de este sitio sin el expreso consentimiento de nuestro representante legal.