Fundación Portas, educación superior, estudios, universidad, instituto, carrera, deserción, vulnerabilidad
Imagen: Gojko Franulic

Las claves de PORTAS para acabar con la deserción en Educación Superior

La fundación Portas trabaja con los jóvenes universitarios más vulnerables, dándoles apoyo en el desafío de sacar adelante una carrera frente a todas las adversidades y enseñándoles a aprovechar sus potencialidades. Estas son sus claves.

Por Magdalena Araus @mmaraus | 2015-04-08 | 15:00
Tags | Fundación Portas, educación superior, estudios, universidad, instituto, carrera, deserción, vulnerabilidad
"Nosotros creemos que los aprendizajes y los cambios más significativos, se hacen desde los contextos afectivos. Creemos que aceptar al otro como un legítimo otro, quererlo y apoyarlo de manera abierta; genera cambios y transformaciones mucho más significativas que si es un contexto formal, dispar o vertical"
Claves
- Creer en las potencialidades de cada joven

- Enseñar en un contexto afectivo

- Pararse desde el lado de las oportunidades

- Enseñarles a ser protagonistas de sus vidas
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Javier entró este año a la universidad y camina mochila al hombro con ánimo, pero está nervioso. No solamente es el único de su grupo de amigos que decidió estudiar, sino que es el primero en su familia en elegir una carrera. Destacó en su colegio, pero no se ha sentido precisamente capaz estudiando los ramos y no sabe cómo mejorar. También siente, aunque no lo dice, que sus compañeros viven en un mundo demasiado diferente al suyo. Mientras, sus papás apuestan todas las fichas en sus capacidades que lo llevarán al éxito profesional. ¿Será capaz de lograrlo y valdrá la pena tanto esfuerzo?

Como Javier, muchos otros jóvenes se hacen la misma pregunta. Hoy alrededor más de un 35% de los estudiantes universitarios termina abandonando sus estudios en el primer año de carrera y sorprendentemente, un 50% de los matriculados deja de estudiar, según cifras del Mineduc. Los números aumentan en los casos de Institutos Profesionales. De ese grupo que deserta, más de un 80% están en la misma situación de Javier y pertenecen al primer y segundo quintil, los más vulnerables del país.

El problema es evidente: para ellos, estudiar una carrera no es tan simple como lo es para otros que tienen la vida bastante más resuelta en diferentes aspectos y por eso necesitan apoyo. El 2005 en Chile se expandieron las becas y créditos del Estado para la educación superior, abriendo nuevas posibilidades a muchas personas que antes no podían financiar sus estudios. El acceso fue un gran paso, pero luego venía el estudio y la inserción laboral ¿Cómo lograr que la educación superior realmente permita disminuir la desigualdad social y ofrezca mejores oportunidades?

Portas nació para eso, buscando apoyar a los jóvenes más vulnerables en su camino desde que entran a la universidad hasta su inserción laboral, dándoles herramientas para que ellos mismos busquen lo que quieren en la vida y sepan enfrentarse con sus potencialidades a los desafíos que se les presentan. Con un programa integral, que los acompaña en el ámbito social, afectivo, académico e incluso económico, esta fundación ha logrado empoderar a estos jóvenes para que se paren desde la vereda de sus capacidades y se conviertan en protagonistas de sus vidas.

Hablamos con Francisca Egaña (Directora Ejecutiva) y con María José Juárez (Directora de Programa) de Portas, quienes nos contaron cómo han logrado que estudiantes de contextos sumamente adversos desarrollen la confianza personal y superen todo tipo de obstáculos sacando adelante su carrera y logrando formarse y ejercer como profesionales.

La soledad de ser el primero en estudiar una carrera

Los estudiantes que llegan a Portas pertenecen al primer y segundo quintil, casi el 90% son la primera generación en estudiar y tienen el fuerte anhelo de cambiar sus condiciones de vida. Vienen de colegios donde no estudia más de un 20% en educación superior.

"Si tú comparas un joven con papás profesionales de un contexto socioeconómico medio, medio alto, tiene infinitamente más redes, más capital cultural, económico, social, que un joven que viene de un contexto de los dos primeros quintiles", comenta María José.

Dificultades económicas, académicas e inseguridades de distintos tipos vienen a quitarle la calma a estos valientes jóvenes que han decidido ir más allá de lo acostumbrado. A esto se suma que el mundo al que se enfrentan dentro de la universidad o instituto es radicalmente distinto al su entorno y pronto empiezan a diferenciarse de sus amigos de colegio, pero sin sentirse integrados del todo con sus nuevos compañeros. Es que se sienten diferentes: su ropa, sus gustos, su forma de hablar, su visión del mundo, todas las diferencias se hacen repentinamente evidentes.

"En muchos de ellos hay una cierta incomprensión en sus lugares de orígenes, familia, amigos y en los lugares que se insertan, tampoco son del todo comprendidos. Entonces quedan en un limbo", comenta Francisca. Portas se convierte así en un lugar de referencia, donde se encuentran con pares que están en la misma situación, se generan amistades y redes que facilitan los procesos.

¿Qué es lo que busca Portas?

"Buscamos durante todo ese tiempo desarrollar las potencialidades de los chiquillos para alcanzar dos objetivos: la titulación oportuna y exitosa inserción laboral, y por el otro lado, que construyan un proyecto de vida integral. No solo queremos que los chiquillos se titulen, sino que partimos de la base que el superar la pobreza y superar la desigualdad tiene que ver con múltiples factores. Cómo hay un desarrollo de las personas como seres humanos que posibilita o no ese salto y esa movilidad social", explica Francisca.

¿Cómo lo hacen? Claves de éxito

En Portas el programa de trabajo está completamente enfocado al desarrollo integral de la persona en el área vocacional, académica, socio-afectiva y económica, que son los principales factores que inciden en la deserción. Con esto han logrado un 87,3% de retención de los estudiantes en sus estudios, a pesar de todas las adversidades. La fórmula de éxito de la fundación tiene que ver tanto con lo que hacen, como con el cómo lo hacen, enfatizan Francisca y María José.

"Hay un problema inicial, que la sociedad no cree mucho en estos jóvenes. Hay una familia que, o por exceso de expectativas puestas en ellos o por defecto, porque no entienden que la educación puede generar movilidad social, tampoco cooperan mucho en el proceso. Lo principal tiene que ver con creo en ti, partimos de ese lugar.

Lo otro tiene que ver con que ellos se vuelvan protagonistas de sus vidas. Nosotros jugamos mucho con ellos desde el ser víctima, versus protagonista. En muchos contextos y ámbitos, las políticas públicas son un poco asistencialistas, nosotros intentamos invertir un poco esa lógica con los chiquillos mostrándoles que ellos son protagonistas de sus vidas y que ellos son capaces de generar cambios en sus vidas y muchas veces también para sus familias", aclara María José.

Desde esa base afectiva y de confianza, que es fundamental, realizan su programa de intervención-interacción. ¿Por qué interacción? Porque la enseñanza no es jerárquica, sino horizontal y completamente participativa.

"Nosotros creemos que los aprendizajes y los cambios más significativos, se hacen desde los contextos afectivos. Creemos que aceptar al otro como un legítimo otro, quererlo y apoyarlo de manera abierta; genera cambios y transformaciones mucho más significativas que si es un contexto formal, dispar o vertical", asegura María José.

Un programa integral

El programa de Portas dura de 5 a 7 años y ofrece módulos obligatorios y otros optativos, donde los jóvenes asisten alrededor de tres veces al mes. Muchos postulan directamente en la web y otros provienen de otras organizaciones que está en alianza como Belén Educa, Penta UC, Súmate, Ser Joven, Protectora de la Infancia, Arzobispado de Santiago, diversos propedéuticos, entre otros.

"No solo nos importa que obtengan un título y que les vaya bien en la universidad, sino que nos importan ellos como personas integrales. Como personas con sus relaciones afectivas, familiares, de pareja, con sus problemas de autoestima o no, dificultades para aprender ciertas cosas", asegura María José.

Participan de distintos módulos con talleres grupales para el desarrollo de habilidades blandas, acompañamientos individuales en sus procesos vitales, orientación vocacional, área de aprendizaje, dónde buscan tutores de ramos, área de inserción laboral, que desarrollan competencias de empleabilidad. Además existen actividades optativas de carácter cultural, talleres de salsa, yoga, talleres, inglés, entre otros y se les ofrece un curso de manejo. En el apoyo económico, los estudiantes reciben una beca mensual de $38.000, de libre disposición, para que utilicen en alimentos, materiales, transporte o lo que necesiten.

A fin de cuentas en los ámbitos vocacional, académico, socio-afectivo y económico se trabaja de manera transversal, nos cuenta Francisca.

"Que los chiquillos puedan detenerse, mirar el problema que sea y buscar alternativas que sean compatibles con su sueño de ser profesional. Es ante cualquier dificultad y es un aprendizaje para la vida, que no tiene que ver solo con el tema académico. Ante las dificultades de la vida, cómo busco alternativas para resolverlas que me posibiliten que yo alcance mis sueños (…) Al final, todo nuestros programa ser refiere a conversaciones que buscan que ellos se empoderen y sean los protagonistas de sus vidas".

No más asistencialismo

En Portas destacan constantemente la importancia de hacer que cada joven se plante frente a la vida según donde está, lo que es y lo que quiere. Aunque no desmerecen la ayuda económica, creen que muchas veces ha sido asistencialista haciéndoles un flaco favor.

"El tema de asistencialismo tiene que ver con si uno se pone en la carencia o en las potencialidades de la persona. Finalmente cuando alguien trabaja desde lo que el otro no tiene, yo vengo a darle al otro lo que no tiene. El lado que nos paramos nosotros es que todas las personas tenemos potencialidades y tenemos cosas y situarnos desde lo que hay para que la persona se desarrolle", explica Francisca. "Lo que no está no está, no vamos a venir a echarle la culpa al colegio, al jardín, a la vida… ¡ya fue! Estamos desde ahora, esto es lo que tenemos, saquémosle el mayor brillo para que eso que tú tienes y eso que tu puedes desarrollar florezca. Y esa es la visión. Y no es contraria tampoco, si al final a la familia de los chiquillos también les sirve las ayudas sociales".

¿El modelo se puede escalar?

Actualmente participan 107 jóvenes del programa Portas (y más de 20 egresados), pero como es completamente personalizado, no pueden masificarlo más. La meta a mediano plazo es poder salir a regiones, ya que el programa es escalable en la medida en que se creen más núcleos que puedan trabajar con grupos de jóvenes.

Aún así la fundación trabaja en alianza con otras instituciones, ofreciendo apoyo en el desarrollo de la gestión personal con sus talleres, como los propedéuticos de las universidades que ofrecen talleres de desarrollo a estudiantes durante el último semestre de IV medio y luego la posibilidad de entrar a estudiar una carrera con beca. Además, el MINEDUC lanzó el 2014 un piloto del PACE (Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo)para reforzar desde la enseñanza media la inserción en la educación superior, donde Portas también ha participado aportando con su experiencia.

Enseñando para aprender

"Nosotros aprendemos a veces mucho más de ellos de lo que creemos que ellos aprenden de nosotros". Esto nos puede sonar como una frase cliché, pero las palabras textuales de Francisca tienen mucho sentido cuando ella y María José nos explican su experiencia al compartir con estos 144 jóvenes que han participado del programa.

La oficina de Portas es una casa abierta para cualquiera de ellos que quiera visitarla y usar cualquier espacio para estudiar, almorzar o lo que necesiten. La relación con cada joven es muy cercana y eso ha sido, como aclarábamos anteriormente, una de las claves para lograr que se mantengan en su decisión de estudiar.

"A nivel personal, lo que más he aprendido es a admirarlos, en que ellos viviendo de contextos súper adversos con historias súper difíciles. Muchas veces te preguntas cómo salió adelante y hoy día está estudiando una carrera difícil en una universidad exigente. Aprendí de la perseverancia de los chiquillos, de la voluntad de los chiquillos, aprendí del cariño, de la apertura, aprendí también a no quejarme tanto (…) Tiene que ver con las actitudes vitales que los chiquillos traen, que nosotros potenciamos, pero sin duda ellos la traen. Los admiro profundamente. Son potentes, son fuertes, han sabido salir delante de condiciones duras", dice María José.

"Ser más agradecido por la vida, que es la lógica de no quejarse tanto. Y no significa que nada de lo que nos pase no nos importa (…) Aprendí que cada uno le tiene que dar un lugar a lo que le pasa, le toque lo que le toque", agrega Francisca. "Los reales cambios, a nivel micro y a nivel macro, se hacen desde el cariño, desde el creer en el otro, desde el afecto". 

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